En el terror de los cantos nocturnos
de las aves rapaces
en el tormento de esta horrible soledad
Cuando la tarde trae la congoja
de este habitar nauseabundo
es el demonio que me atrapa con sus mil suplicios
Trato inútilmente de aferrarme
al último tramo de la autopista
de espantar mis pesadillas
De la nada apareces
cerca, muy cerca siento tu respirar
Entonces, solo entonces siento que no estoy sola
Me extiendes tu mano
tus alas me cubren y alejas los fantasmas
Espantas los tormentos
Los colores aparecen
la ciudad de los sueños se ilumina
el mar, las gaviotas, el cielo
cantan a la alegría de tenerte.
Virginia Dávalos